martes, 26 de octubre de 2010

Torres del Paine

Cuando llegamos a Puerto Natales (11 de octubre), nuestro grupo se separó para pasar parte del día y para dormir. Luca, Laura y Eugenio se fueron a un hostal, y nosotros nos fuimos a dar una vuelta y a desayunar con Danilo, el padre de Daniela, una chica de nuestra universidad y que se ofreció a ayudarnos a organizar nuestro viaje a Torres del Paine, nos indicó las rutas, nos regaló un fabuloso mapa y nos hizo un recorrido turístico por su ciudad y los alrededores. Durante el paseo vimos diferentes aves acuáticas, entre las que destacaban el Cisne de cuello negro (Cygnus melancoryphus) y el Flamenco austral (Phoenicopterus chilensis).

Cisnes de cuello negro

Estatua del Milodón, dinosaurio hervíboro encontrado cerca de la ciudad

Puerto Natales. 51º 43' 39'' S

Luego nos fuimos a la casa de una familia con la que nos habíamos puesto en contacto a través de Couchsurfing (una página de gente que viaja y gente que ofrece su casa para dormir de forma gratuita). La familia era encantadora pero un poco excéntrica y en un barrio rodeado de locales "bohemios" (o sea puticlubs), pero la verdad que nos trataron muy bien. Por la noche después de comprar provisiones para el viaje al parque, nos fuimos con Luca y Laura a la casa de esta familia para preparar una cena todos juntos con la familia (Oscar, Gloria y dos de sus hijos).

Por la mañana temprano (muy temprano para llegar al parque antes de que abrieran las taquillas, colarnos y así ahorrarnos los 23€ de la entrada) nos fuimos en una furgoneta que contratamos (después de regatear mucho) los 5 para hacer un recorrido por todos los glaciares, miradores, cascadas y demás puntos de interés del parque. En muchos puntos hacíamos rutas de 1-2 horas desde donde se quedaba el coche, así que al final del día habíamos hecho un montón de kilómetros.

El macizo del Paine desde la entrada del parque

En el camino y debido al poco transito a esa hora, encontramos algunos Caranchos (Caracara plancus) comiendose a los conejos que habían sido atropellados durante la noche.

Carancho

Una de esas rutas fue a la playa enfrente del Glaciar Grey, donde llegan los fragmentos que se desprenden del glaciar.

Playa del glaciar Grey

Vista del lago con el glaciar al fondo (la mancha grisacea entre las montañas). La pared tiene más de 30m de altura

Lynn, Laura, Luca y yo (Eugenio está haciendo la foto) con algunos fragmentos del glaciar detrás

Otro de las rutas fue a un mirador que estaba en lo alto de una inclinadísima peña, desde donde se veía el macizo del Paine. Nos bajamos un poco de la cima para resguardarnos del fuerte viento, y así poder comer. Desde allí ví como un enorme Condor andino (Vultur gryphus) volaba a lo lejos hasta posarse sobre una piedra. Al rato se tiró por la cañada frente a nosotros y yo salí corriendo a la cima de la montaña para poder seguirlo con los prismáticos, y cuando llegué arriba nos encontramos de frente a unos 15-20 metros y no se cual de los 2 se asustó más, si el bicharraco de más de 3 metros de envergadura o el bicho de 1,80 que corría poseido colina arriba. Después estuve más de media hora tumbado en el suelo con los prismáticos mirando como éste y otro ejemplar volaban. Algo alucinante.

Vista del macizo del Paine, con los cuernos (arriba a la izquierda, con la parte de arriba negra) y las torres (detrás en el centro)

Condor

Poco después del encontronazo animal salvaje-animal "domesticado", vimos una tremenda avalancha de nieve bajos los cuernos del Paine. Después de tanta emoción regresamos a la furgoneta, desde donde vimos otra avalancha.

Mirador de Cascada grande

Por el camino en coche empezabamos a ver Guanacos (Lama guanicoe), pero la verdad que mantenían las distancias.

Guanaco

En nuestro ruta ibamos bordeando todo el macizo, y a eso de las 5 de la tarde llegamos hasta el camping desde donde teníamos unas increibles vistas de las torres. Aquí nos separamos de Eugenio, que tenía que regresar ese mismo día para Puerto Natales, ya que al día siguiente debía tomar un vuelo hacia Santiago, nuestro equipo se quedaba con 4 integrantes. Esa tarde después de montar las tiendas nos la pasamos bastante ociosa, hasta que al anochecer preparamos un fuego y hicimos algo para cenar. Por la noche nos tomamos unas cervecitas y algunas botellitas de vino, acompañados por la banda sonora de Bob Marley. En el camping encontramos a algunos de nuestros compañeros de viaje en el barco.

Nuestra tienda con las Torres del Paine al fondo

La noche fue muy fría, y la verdad que fue complicado dormir (ni mi saco de -5ºC funcionaba), pero amaneció un día esplendido y eso daba energía.

Antes de las 9 de la mañana (13 de octubre) estábamos empezando el sendero que nos llevaría hasta la base de las torres, un sendero de 18km de ida y vuelta y con 800m de desnivel, a priori no parecía dificil. El inicio de la ruta era muy inclinado y estaba muy embarrado, lo cual dificultaba el ascenso. Cuando llegamos al primer refugio paramos para desayunar algo. El camino a partir de aquí era bastante rompe piernas (en argot ciclista), con contínuas subidas y bajadas, hasta que empezamos a adentrarnos en el bosque, donde empezaba a picar la pendiente y a aparecer poco a poco la nieve a los costados.


El recorrido

Tramo medio del sendero

Los últimos 2km eran muy muy inclinados, a veces había que ayudarse de las manos para avanzar, y el último tramo (como 1km) sobre hielo y más de una cuarta de nieve. Pero la verdad que el (duro) esfuerzo merecía la pena, comtemplar las 3 torres que subían totalmente en vertical más de 1500m sobre nuestra posición y un glaciar en su base es algo que impresiona muchísimo.

Tramo final del camino

Un poco de agua antes del último repecho

Las Torres del Paine

En el mirador aprovechamos para comer, pero pronto nos tuvimos que resguardar del fuerte y frío viento, y nos fuimos unos metros más abajo, donde nos tomamos una botellita de pisco.

Los cuatro aventureros con nuestra botellita de pisco

El regreso no era tan duro, pero la verdad que se hizo pesado. Este magnífico sendero no es para nada un paseo dominguero. Cuando llegamos al campamento recogimos las tiendas y vino a buscarnos la chica de la furgoneta que nos había traido. Durante el camino de regresemos empezamos a ver algunos ejemplares de Ñandú (Rhea americana).

Ñandúes

Regresamos a Puerto Natales, y llamé a la familia de Couchsurfing con la que me quedé la primera noche y me aceptaron (con Lynn) muy amablemente. Esa noche nos fuimos a cenar algo de pescaito con nuestros amigos. Durante la cena vimos el espectáculo al más puro estilo Gran Hermano del rescate de los mineros.

Nos fuimos a dormir pronto, ya que estabamos bastante cansado y al día siguiente nos íbamos otra vez de viaje, el destino era El Calafate (Argentina), pero eso ya es otra historia.

Sed buenos

lunes, 18 de octubre de 2010

Navimag: Puerto Montt - Puerto Natales

Cuando me asignaron la beca en Osorno, había algo (había otras cosas pero ahora no proceden) que daba muchas vueltas en mi cabeza: Patagonia. A lo largo de estos meses buscaba la manera y el tiempo para poder cumplir ese objetivo. Finalmente encontré la oportunidad, le comenté mi idea a los profesores y no pusieron ninguna objeción, calculé cuanto dinero me podía gastar y me lancé a comprar el billete del barco (este viaje en barco me lo recomendó un canadiense que conocí en Bariloche a primeros de agosto) que me llevaría hasta el fin del mundo. Cómo no, Lynn, la loca de la americana, se apuntaba a la aventura.

Mapa del recorrido del barco Puerto Eden. 1500km en total

El 8 de octubre (viernes) partía desde Puerto Montt el viejo barco mercante "acondicionado" para los intrépidos que se atreven a surcar el Pacífico rumbo a Puerto Natales. El día amaneció esplendido y cuando brindábamos con una cervecita en la cubierta del barco antes de zarpar escuché un acento que me resultaba conocido, era un hombre de Barcelona, Eugenio, que llevaba un mes viajando por Chile. Nos pusimos a hablar y viajaba con un italiano desde hace un par de días, Luca, un personaje hecho con el mismo molde que mi primo Josito, que negoció el despido con su empresa y se lanzó a recorrer el mundo, y ya lleva casi 6 meses dando tumbos (Vietnam, Hong Kong, Laos, Camboya, Australia, Nueva Zelanda, Polinesia, Chile, Perú, Bolivia, Argentina, Chile). A partir de ese momento dejamos de ser 2 y eramos 4.

Cubierta del barco en Puerto Montt. Los volcanes Calbuco y Osorno al fondo

Con nuestros nuevos amigos

El cuarto de los pobres

El viaje empezó muy bien, muchas risas, anecdotas, una puesta de sol increible, una animada cena con un grupo de ricos mexicanos muy graciosos, una noche estrellada, mucha cerveza, mucho pisco (una especie de aguardiente chileno muy fuerte y asqueroso), mucho ron... una noche fantástica.

Atardecer en el Pacífico

El día siguiente empezó tarde, como era de suponer, y después de comer el día se puso feo, empezó a llover, el viento muy fuerte y avisaron por megafonía que el mar se iba a complicar mucho. Yo dije que no me mareaba, que estaba acostumbrado a navegar. Lynn dijo lo mismo. El catalán se tomó una pastilla para el mareo, y el italiano hizo lo mismo pero lo acompañó de una piscola (pisco con coca cola). Este último y el capitán pienso que son los 2 únicos que no vomitaron. Vientos de más de 80 km/h y olas de más de 7 metros nos acompañaron durante unas 12 horas y me pusieron el estómago boca abajo. Era complicado hasta dormir, porque el vaivén del barco me lanzaba de la cama. ¿Quién lo llamó Océano Pacífico?.

El día siguiente, aunque nublado y lluvioso, discurrió más tranquilo, entre canales y fiordos, y con muchas ganas de recuperar la noche perdida. Durante estos días habíamos ido conociendo a los demás individuos del barco, la mayoría irlandeses y canadienses, algún británico, algunos franceses, los ricachones mexicanos, una pareja catalana, un matrimonio chileno, unas italianas y poco más, en total unas 35-40 personas, entre estos Laura, una chica francesa, ingeniera químico especializada en farmacia, que hizo que nuestro grupo de 4 pasase a ser de 5. La última noche todo aquel que tenía ganas de jarana estaba en nuestra mesa, hablamos de nuestros viajes, de las situaciones personales que nos habían llevado hasta allí, de nuestras vidas, de nuestros proyectos de futuro, de como continuaría nuestro viaje; todo esto en inglés (me sorprendí mucho a mi mismo de mi capacidad para la lengua de Shakespeare, y me dí cuenta de lo necesarío de este idioma para viajar) y aderezado con todo tipo de bebidas espirituosas. La noche fue muy muy larga.

Luca y yo navegando entre canales y fiordos

Eugenio, Luca y el cadaver de una botella de pisco

La mesa de los fiesteros del barco al principio de la noche. Luego se unirían algunos más

Luca dándolo todo sobre una mesa del comedor

Cuando nos despertamos ya estabamos en Puerto Natales (lunes 11 de octubre), ya que como por el mal tiempo no habíamos podido parar el día anterior en Puerto Edén, un pequeño pueblo pesquero, llegamos con varias horas de adelanto. El día estaba totalmente despejado y los 5 desembarcamos juntos dispuestos a continuar nuestros viajes juntos durante unos días.

Puerto Eden

Puerto Natales visto desde el barco

Lynn y Laura al desembarcar

El barco atracado en Puerto Natales

Sed buenos

domingo, 3 de octubre de 2010

Valdivia

Valdivia es la capital de la XIV Región (Región de los Ríos), región creada en 2007, que se escindió de la X Región.

Mapa de la XIV Región

Este ha sido mi primer viaje hacia el norte de Osorno desde que llegué a esta "hermosa" ciudad. El sábado por la mañana temprano, y casí sin dormir, porque el viernes "tuvimos" que salir a tomarnos algo después de una semana estresante de exámenes y trabajos, me marché con el equipo habitual, Gabriel, Lynn y David, hacia esta ciudad situada a una hora y media de Osorno.
Llegamos y empezamos a recorrer la rivera de uno de los 3 ríos entre los que está bonita ciudad.

Río Valdivia

Mural

Mientras paseabamos vimos como un enorme (y pestilente) León marino estaba despanzurrao tomando el sol, cuando le estabamos haciendo fotos subió una hembra a la plataforma, y otros seguían nadado por el río (sí sí, leones marinos en un río). Unos 500m más arriba estaba la Feria Fluvial (feria es como llaman ellos a los mercadillos) y observé uno de los espectáculos más increibles de mi vida: leones marinos, pelícanos, cormoranes, gaviotas, jotes (buitres), águilas, etc. en número elevadísimo se arremoliban esperando los restos de pescado que les tiran desde los puestos situados junto al río.

Leones marinos


Cartel de aviso (a alguno que yo me sé le vendría bien este cartel cuando está durmiendo)

Feria fluvial

Animales junto a los puestos de pescado


Jote de Cabeza Colorada (Cathartes aura)

Después de contemplar durante un buen rato esta amalgama de animales, continuamos paseando por la ciudad, que es muy moderna, ya que en 1960 fue destruida por el mayor terremoto de la historia (9,5 grados).

Después nos fuimos hacia Niebla, un pequeño pueblo en la costa de Valdivia a 25 km. Desde allí bajamos hasta la playa y fuimos paseando hasta unos acantilados, los cuales atravesamos y bajamos hasta otra playa desde donde volvimos a la carretera, fuimos andando hasta el pueblo y nos volvimos a Valdivia.

Acantilados de la playa de Niebla

Vistas desde el acantilado

Vistas desde lo alto del acantilado

En la carretera de regreso le pedimos al conductor que nos parase en uno de los sitios claves de Valdivia, la cervecería artesanal Kunstmann, donde degustamos algunas de sus cervezas y sus elevados precios, es curioso que la cerveza sea más cara en la fábrica que en cualquier bar.

Cerveceando

Después de ponernos puercos de cerveza decidimos regresar a Osorno (y aprovechar para dormirla en el bus), ya que teníamos que estar pronto porque nos habían invitado unos compañeros de clase a un asado de carne al disco (carne cocinada en una especie de paellera para que se cocine con todo el jugo), donde también lo pasamos muy bien.

Otro buen día.

Esta será mi la última entrada antes de mi viaje a Patagonia. Intentaré ir contando mi viaje, pero dependerá de cuando consiga internet.

Sed buenos