Cuando llegamos a Puerto Natales (11 de octubre), nuestro grupo se separó para pasar parte del día y para dormir. Luca, Laura y Eugenio se fueron a un hostal, y nosotros nos fuimos a dar una vuelta y a desayunar con Danilo, el padre de Daniela, una chica de nuestra universidad y que se ofreció a ayudarnos a organizar nuestro viaje a Torres del Paine, nos indicó las rutas, nos regaló un fabuloso mapa y nos hizo un recorrido turístico por su ciudad y los alrededores. Durante el paseo vimos diferentes aves acuáticas, entre las que destacaban el Cisne de cuello negro (Cygnus melancoryphus) y el Flamenco austral (Phoenicopterus chilensis).
Luego nos fuimos a la casa de una familia con la que nos habíamos puesto en contacto a través de Couchsurfing (una página de gente que viaja y gente que ofrece su casa para dormir de forma gratuita). La familia era encantadora pero un poco excéntrica y en un barrio rodeado de locales "bohemios" (o sea puticlubs), pero la verdad que nos trataron muy bien. Por la noche después de comprar provisiones para el viaje al parque, nos fuimos con Luca y Laura a la casa de esta familia para preparar una cena todos juntos con la familia (Oscar, Gloria y dos de sus hijos).
Por la mañana temprano (muy temprano para llegar al parque antes de que abrieran las taquillas, colarnos y así ahorrarnos los 23€ de la entrada) nos fuimos en una furgoneta que contratamos (después de regatear mucho) los 5 para hacer un recorrido por todos los glaciares, miradores, cascadas y demás puntos de interés del parque. En muchos puntos hacíamos rutas de 1-2 horas desde donde se quedaba el coche, así que al final del día habíamos hecho un montón de kilómetros.
En el camino y debido al poco transito a esa hora, encontramos algunos Caranchos (Caracara plancus) comiendose a los conejos que habían sido atropellados durante la noche.
Una de esas rutas fue a la playa enfrente del Glaciar Grey, donde llegan los fragmentos que se desprenden del glaciar.
Vista del lago con el glaciar al fondo (la mancha grisacea entre las montañas). La pared tiene más de 30m de altura
Otro de las rutas fue a un mirador que estaba en lo alto de una inclinadísima peña, desde donde se veía el macizo del Paine. Nos bajamos un poco de la cima para resguardarnos del fuerte viento, y así poder comer. Desde allí ví como un enorme Condor andino (Vultur gryphus) volaba a lo lejos hasta posarse sobre una piedra. Al rato se tiró por la cañada frente a nosotros y yo salí corriendo a la cima de la montaña para poder seguirlo con los prismáticos, y cuando llegué arriba nos encontramos de frente a unos 15-20 metros y no se cual de los 2 se asustó más, si el bicharraco de más de 3 metros de envergadura o el bicho de 1,80 que corría poseido colina arriba. Después estuve más de media hora tumbado en el suelo con los prismáticos mirando como éste y otro ejemplar volaban. Algo alucinante.
Vista del macizo del Paine, con los cuernos (arriba a la izquierda, con la parte de arriba negra) y las torres (detrás en el centro)
Poco después del encontronazo animal salvaje-animal "domesticado", vimos una tremenda avalancha de nieve bajos los cuernos del Paine. Después de tanta emoción regresamos a la furgoneta, desde donde vimos otra avalancha.
Por el camino en coche empezabamos a ver Guanacos (Lama guanicoe), pero la verdad que mantenían las distancias.
En nuestro ruta ibamos bordeando todo el macizo, y a eso de las 5 de la tarde llegamos hasta el camping desde donde teníamos unas increibles vistas de las torres. Aquí nos separamos de Eugenio, que tenía que regresar ese mismo día para Puerto Natales, ya que al día siguiente debía tomar un vuelo hacia Santiago, nuestro equipo se quedaba con 4 integrantes. Esa tarde después de montar las tiendas nos la pasamos bastante ociosa, hasta que al anochecer preparamos un fuego y hicimos algo para cenar. Por la noche nos tomamos unas cervecitas y algunas botellitas de vino, acompañados por la banda sonora de Bob Marley. En el camping encontramos a algunos de nuestros compañeros de viaje en el barco.
La noche fue muy fría, y la verdad que fue complicado dormir (ni mi saco de -5ºC funcionaba), pero amaneció un día esplendido y eso daba energía.
Antes de las 9 de la mañana (13 de octubre) estábamos empezando el sendero que nos llevaría hasta la base de las torres, un sendero de 18km de ida y vuelta y con 800m de desnivel, a priori no parecía dificil. El inicio de la ruta era muy inclinado y estaba muy embarrado, lo cual dificultaba el ascenso. Cuando llegamos al primer refugio paramos para desayunar algo. El camino a partir de aquí era bastante rompe piernas (en argot ciclista), con contínuas subidas y bajadas, hasta que empezamos a adentrarnos en el bosque, donde empezaba a picar la pendiente y a aparecer poco a poco la nieve a los costados.
Los últimos 2km eran muy muy inclinados, a veces había que ayudarse de las manos para avanzar, y el último tramo (como 1km) sobre hielo y más de una cuarta de nieve. Pero la verdad que el (duro) esfuerzo merecía la pena, comtemplar las 3 torres que subían totalmente en vertical más de 1500m sobre nuestra posición y un glaciar en su base es algo que impresiona muchísimo.
En el mirador aprovechamos para comer, pero pronto nos tuvimos que resguardar del fuerte y frío viento, y nos fuimos unos metros más abajo, donde nos tomamos una botellita de pisco.
El regreso no era tan duro, pero la verdad que se hizo pesado. Este magnífico sendero no es para nada un paseo dominguero. Cuando llegamos al campamento recogimos las tiendas y vino a buscarnos la chica de la furgoneta que nos había traido. Durante el camino de regresemos empezamos a ver algunos ejemplares de Ñandú (Rhea americana).
Regresamos a Puerto Natales, y llamé a la familia de Couchsurfing con la que me quedé la primera noche y me aceptaron (con Lynn) muy amablemente. Esa noche nos fuimos a cenar algo de pescaito con nuestros amigos. Durante la cena vimos el espectáculo al más puro estilo Gran Hermano del rescate de los mineros.
Nos fuimos a dormir pronto, ya que estabamos bastante cansado y al día siguiente nos íbamos otra vez de viaje, el destino era El Calafate (Argentina), pero eso ya es otra historia.
Sed buenos
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