Como dice el título de esta entrada y el título de una canción, ahora nos quedaba la última etapa de nuestro viaje, salir de Ushuaia y regresar a casa.
Por la mañana (viernes 22 de octubre) uno de los argentinos promotores del asado se ofreció a llevarnos hasta las afueras de la ciudad, así que después de despedirnos de Luca y Florent, partimos rumbo a casa.
Por la mañana (viernes 22 de octubre) uno de los argentinos promotores del asado se ofreció a llevarnos hasta las afueras de la ciudad, así que después de despedirnos de Luca y Florent, partimos rumbo a casa.
La verdad que la mañana empezó bien, porque en poco tiempo nos recogió un simpático camionero , Mario, que iba a Río Grande. En Rio Grande fue un poco más complicado, y un chico que no vio nos dijo que nos llevaba hasta las afueras de la ciudad que sería más fácil. Desde allí pasaron 2 chicas de 17 y 18 años que nos llevaron como a 30 km de la ciudad, donde casi sin tiempo nos recogió un camionero, Ariel, un personaje que hace válido todos los estereotipos de los camioneros, iba todo el camino hablando de guarradas, tanto que consiguió sacarle los colores a Lynn, lo cual es muy complicado. A todo esto preparaba y tomaba mate mientras circulaba a 120-130km (tenía trucao el tacógrafo) por una carretera sin asfaltar, y con los grandes éxitos del reguetón a todo volumen.
Ariel nos llevó hasta el cruce de Punta Arenas (en total hicimos como 400km con él), donde casi sin bajarnos del camión nos recogió Carlos, un hombre con un camión medianito que aunque al principio resultaba bastante tímido y serio, fue soltándose durante los casi 200km del trayecto, hasta el punto de que nos comentó que su mujer y su hija estaban en Brasil, así que estaba sólo en casa y que podíamos quedarnos con él, por supuesto aceptamos. Por la mañana (sábado 23 de octubre) nos llevó hasta el terminal de buses para que pudiésemos tomar un autobús que nos llevará hasta Osorno. El camino duró 30 horas (2270km) y aunque no se hizo muy pesado, la selección de cine que hizo el acomodador era pa matarlo, pero bueno siguiendo la línea de los autobuses en Chile.
Bueno la aventura patagónica llega a su fin, y sólo puedo decir que es un viaje que no olvidaré en mi vida.
Sed buenos
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